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Las voces protagonistas

Yolanda

Yolanda

Aventura Hernán Pelea

Santiago-Pontones

www.aventurahernanpelea.com


¿En qué consiste tu proyecto/negocio/empresa y qué lo hace diferente?


Aventura Hernán Pelea no es solo turismo rural: es un viaje hacia la autenticidad, la emoción y la conexión profunda con la Sierra de Segura. Creamos experiencias transformadoras que mezclan naturaleza, cultura y emoción, donde cada paso se convierte en una historia, cada paisaje en una vivencia y cada viajero en protagonista. Nos alejamos del turismo convencional para ofrecer momentos únicos, diseñados para sentirse, vivirse y recordarse.

¿Cómo empezaste, qué te inspiró y cómo ha sido tu trayectoria hasta hoy?


Empecé con una necesidad vital de reconectar con lo esencial. Tras años trabajando en distintos lugares y contextos, sentí que había una forma diferente —más auténtica y más humana— de entender el turismo. Me inspiró el propio territorio: la Sierra de Segura, sus aldeas perdidas, sus paisajes que conmueven y su gente que resiste con dignidad. Quise crear algo que no solo mostrara la belleza del entorno, sino que permitiera vivirlo desde dentro, con los cinco sentidos, con el alma. Así nació Aventura Hernán Pelea: como un puente entre el viajero y la emoción de lo real. La trayectoria no ha sido fácil —emprender en lo rural nunca lo es—, pero ha estado llena de aprendizajes, encuentros y momentos que confirman que este camino tiene sentido. Hoy seguimos creciendo, manteniendo la raíz y abriendo nuevas ramas hacia experiencias más transformadoras, sostenibles y memorables.

¿Has tenido que desafiar estereotipos o barreras?


Sí, he tenido que desafiar muchos estereotipos y barreras, desde el minuto uno. Empezando por una de las más evidentes: no existía ninguna empresa de turismo en esta zona, y eso ya generaba incredulidad. Había que explicar que sí, que era posible crear experiencias turísticas en un territorio aparentemente olvidado por el mercado. Pero lo más duro no fue la falta de estructuras, sino el sentimiento instalado en parte de la población de que aquí no hay nada que merezca la pena. Ese menosprecio hacia la grandeza del propio lugar —hacia su historia, su naturaleza, su cultura— fue una barrera invisible, pero muy poderosa. Luchar contra esa mirada resignada, incluso autodestructiva, ha sido uno de los mayores retos... y también una de las motivaciones más fuertes. Porque si logramos que quienes viven aquí reconozcan el valor de lo que tienen, el turismo deja de ser solo una actividad económica y se convierte en un motor de autoestima colectiva, de arraigo y de futuro.

¿Has contado con redes de apoyo?


Sin esas redes no podría haber llegado hasta aquí.

¿Qué consejo le darías a otras mujeres...?


Les diría que crean en lo que saben, en lo que son y en lo que tienen. Que su cocina, su producto, su saber hacer tiene valor, historia y poder transformador. Que no necesitan imitar lo de fuera para ofrecer algo auténtico y valioso. En el entorno rural, la restauración y la producción local no solo alimentan estómagos, también alimentan la identidad, la memoria y el alma del territorio. Para generar mayor impacto social y cultural, el secreto está en trabajar con la comunidad, no para el turista. Escuchar a las abuelas, recuperar recetas olvidadas, poner en valor ingredientes locales, contar historias en cada plato o en cada conserva. Y hacerlo desde la coherencia, la sostenibilidad y la dignidad. Porque cada vez que una mujer emprende desde lo local, desde lo suyo, está tejiendo futuro y resistencia desde la raíz.