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Las voces protagonistas

Alejandra González Pérez

Alejandra González Pérez

Muñeca Brava

Madrid (España)

muñecabrava.com


¿En qué consiste tu proyecto/negocio/empresa y qué lo hace diferente?


Muñeca Brava es un winebar ubicado en el barrio de Retiro (Madrid) que nace con el propósito de democratizar el acceso al vino de calidad a través de una experiencia cercana, cultural y sin elitismos. Ofrecemos más de 150 referencias de vino seleccionadas cuidadosamente por nosotras, sus fundadoras y sumilleres, con una carta gastronómica casera y una programación cultural constante (catas, recitales, brunches con música en directo, etc.). Lo que nos hace diferentes es que fusionamos tres elementos que rara vez coexisten de forma armónica: vino de calidad, gastronomía local e internacional y actividades culturales accesibles. Apostamos por la autenticidad, el trato cercano, y por crear comunidad, generando un entorno seguro, especialmente valorado por mujeres. Rompemos con los estereotipos elitistas del vino y defendemos un consumo más consciente y sostenible, priorizando pequeños productores, vinos naturales y prácticas respetuosas con el medio ambiente.

¿Cómo empezaste, qué te inspiró y cómo ha sido tu trayectoria hasta hoy?


Muñeca Brava nace de un cruce entre pasión personal y trayectoria profesional. En mi familia siempre se valoró el vino como parte de la cultura: una forma de compartir, de celebrar y de conectar con la tierra. A los 18 años mi padre fundó una empresa de importación de vinos españoles en Perú, y desde entonces el vino ha estado muy presente en mi vida. Sin embargo, no fue hasta años después, tras dedicarme al marketing y la comunicación en el ámbito del tercer sector, que decidí dar el salto al mundo del vino de forma profesional, estudiando sumillería y profundizando en este universo. Con mi socia —también sumiller y antropóloga— compartíamos una visión: crear un espacio donde el vino se viviera con naturalidad, sin pretensiones, desde el disfrute y la cultura. Un lugar donde sentirse libre, aprender sin presión, y construir comunidad. Así nació Muñeca Brava, casi a contrarreloj: el 30 de junio de 2023 hablábamos por primera vez en serio de montar un bar, y el 15 de julio ya habíamos abierto. Lo hicimos con nuestros propios recursos, sin pedir ayuda financiera a nadie, ni a entidades públicas ni a bancos. Esa autonomía ha marcado también el carácter del proyecto: independiente, valiente y muy conectado con lo que somos. Desde entonces, ha sido un recorrido lleno de aprendizajes, retos y mucha alegría. Hoy Muñeca Brava es más que un winebar: es un punto de encuentro donde se fusionan gastronomía, arte, vino y barrio, donde podemos transmitir nuestro amor por el terroir y visibilizar proyectos pequeños y sostenibles. Un espacio vivo que nos inspira cada día a seguir creciendo.

¿Has tenido que desafiar estereotipos o barreras?


Sí, y de muchas formas. Desde el principio nos enfrentamos a estereotipos por partida doble: por ser mujeres jóvenes montando un winebar (un espacio tradicionalmente dominado por hombres y asociado a cierto elitismo), y por querer hacerlo desde una mirada diferente, más inclusiva y accesible. A menudo nos han preguntado si de verdad sabíamos de vino, o si el proyecto tenía “detrás” a algún hombre experto. También hemos sentido condescendencia en el trato de proveedores o interlocutores del sector, especialmente al inicio. Además, quisimos romper con la idea de que para disfrutar del vino hay que tener un nivel técnico alto o gastarse mucho dinero. Hablamos de vino en un lenguaje cercano, proponemos catas lúdicas y desenfadadas, y ofrecemos vinos por copa desde 3,25 €. Esto, aunque ahora se valora, al principio generó escepticismo en algunos círculos más conservadores. Pero quizás el mayor reto ha sido defender que un bar de vinos también puede ser un espacio de cultura, cuidado y comunidad. Frente al modelo de negocio rápido y estandarizado, nosotras apostamos por un ritmo más humano, por la belleza de lo cotidiano y por un vínculo real con el barrio. Desafiar esos modelos dominantes ha sido parte del camino… y también lo más bonito.

¿Has contado con redes de apoyo?


Sí, aunque no de una forma estructurada. No contamos con inversores ni pedimos financiación a bancos o entidades públicas: abrimos Muñeca Brava el 15 de julio de 2023, apenas dos semanas después de firmar el contrato del local, con recursos propios y muchísimo esfuerzo personal. En ese sentido, nuestra red de apoyo más valiosa ha sido la familia y las amistades, que nos ayudaron en todo lo que pudieron: desde pintar el local hasta recomendarnos como proveedoras o venir el primer mes a consumir. También hemos sentido mucha fuerza en la comunidad de mujeres emprendedoras, especialmente en Madrid, aunque no pertenezcamos a una asociación formal. Compartir dudas, herramientas, frustraciones y también alegrías con otras mujeres en situaciones similares ha sido clave para sostenernos emocional y profesionalmente. Ahora, desde nuestro propio espacio, intentamos también ser red para otras. Ya sea colaborando con pequeñas productoras, dando visibilidad a proyectos afines o compartiendo recursos y aprendizajes, creemos que emprender no tiene por qué ser un camino solitario.

¿Qué consejo le darías a otras mujeres...?


El principal consejo que daría es: rodéate de otras mujeres y no te cortes en pedir ayuda. Emprender en hostelería o alimentación en contextos turísticos puede ser solitario, exigente y lleno de incertidumbre, pero compartir el camino con otras emprendedoras lo hace mucho más llevadero y enriquecedor. También diría: no esperes a tenerlo todo perfecto. A veces basta con tener clara la esencia del proyecto, y confiar en que todo lo demás lo irás afinando sobre la marcha. Para generar un mayor impacto social y cultural, creo que es clave pensar el proyecto no solo como un negocio, sino como un espacio con capacidad de transformación. Puedes hacerlo a través de lo que ofreces (productos de cercanía, vinos de mujeres productoras, recetas con historia…), de cómo lo comunicas (rompiendo estereotipos, usando lenguaje inclusivo, visibilizando saberes y oficios tradicionales), y de cómo te vinculas con tu comunidad (colaboraciones, eventos, propuestas culturales).